jueves, 18 de diciembre de 2008
HISTORIA PARA NUEVA TARJETA VIAJERA
Sigo con mi afición a crear breves historias a partir de las tarjetas viajeras, una fantástica idea de Yolanda, integrante del colectivo satélite, que ha tenido y sigue teniendo un gran éxito.
Esta vez han intervenido en la tarjeta, la propia Yolanda y Bett, y por supuesto, esta que aquí escribe. Ellas ponen la ilustración y yo las palabras.
Que disfrutéis con la historia de la pequeña CLAUDIA
Esta vez han intervenido en la tarjeta, la propia Yolanda y Bett, y por supuesto, esta que aquí escribe. Ellas ponen la ilustración y yo las palabras.
Que disfrutéis con la historia de la pequeña CLAUDIA
A Claudia le gusta jugar, y juega a esconderse en un Bosque poblado de Sueños Infantiles, en el parque de una Ciudad empedrada de Ilusión, y en el jardín de su casa. Una casa azulada con ligeros toques verde-mar en sus ventanas. Allí juega con la imaginación, una vecina muy simpática que vive en la casa de al lado. La de color marrón con sabor a chocolate y los cristales verdes, que a pistacho saben. Una vecina, la imaginación, que le da los buenos días cada vez que se asoma a la ventana de sus redondos ojos negros.
A Claudia le gusta reír. Se ríe cuando come, cuando camina y cuando habla. Si está resfriada y estornuda, también se ríe.
Claudia se ríe por la mañana, cuando el sol entra juguetón por el balcón de su habitación y la despierta con un guiño dorado que él deja de regalo a los pies de su cama, para que a ella no le de pereza saludar con alegría a un nuevo día.
Cuando adormece sus sueños con el negro velo de la noche, Claudia ríe muy quedamente, para no asustar a los bostezos que entre las sábanas de estrellas se han quedado dormitando junto a ella.
La Luna entonces, también ríe, pero no se atreve a entrar por el balcón. No quiere que el haz de luz blanca que de ella se desprende, deslumbre a los duendes que pintan de colores las emociones de los niños, que como Claudia, juegan y ríen durante el día.
Claudia lleva dibujada la sonrisa en su rostro de niña desde el día en que nació. Y fue en ese preciso instante, que la risa quedó prendida de su pelo, que es suave como la seda y nunca se enreda. A veces, cuando su madre le hace una coleta, se escuchan las alegres quejas de la risa haciéndole cosquillas entre los cabellos de su melena amarilla. Amarilla como el sol cuando calienta su pequeño cuerpo.
A las puertas de su casa, (la de las tejas verde-azuladas como el mar), junto al gran árbol que el abuelo Fermín plantó cuando era tan niño como ella, Claudia nos saluda antes de esconder su pequeña sonrisa entre las grietas del grueso tronco.
La risa, entonces, trepará hasta las ramas más altas y en la copa del viejo árbol, se columpiará con las hojas. Y la brisa del viento jugará con ellas y esparcirá su risueño aroma por el jardín de la imaginación (la simpática vecina de la casa de al lado), por las calles empedradas de ilusión, los tejados con tejas de colores que son como los sabores, y los picos de las torres de la ciudad. Y, poco a poco, se extenderá por el bosque dónde crecen los sueños de los niños que luego se convierten en adultos. Y desde allí viajará ligera, saltando de nube en nube, envuelta con las caricias de historias como ésta, para recorrer lejanas ciudades del mundo.
Tal vez, incluso, ya esté aquí mismo. Sí, aquí, rozando tu piel, junto a ti, en el espacio vital en el que te mueves y en el que respiras. ¿Lo sientes?.
Observa con mucha atención y deja que la sonrisa de la pequeña Claudia te cubra con la frescura de su olor, con su dulce sabor, con su tacto suave y sedoso, con su crujiente sonido, con los colores del arco iris.Solo entonces, sentirás tu corazón más ligero y no te dará pereza hacerle un guiño de alegría a cada nuevo día.
A Claudia le gusta reír. Se ríe cuando come, cuando camina y cuando habla. Si está resfriada y estornuda, también se ríe.
Claudia se ríe por la mañana, cuando el sol entra juguetón por el balcón de su habitación y la despierta con un guiño dorado que él deja de regalo a los pies de su cama, para que a ella no le de pereza saludar con alegría a un nuevo día.
Cuando adormece sus sueños con el negro velo de la noche, Claudia ríe muy quedamente, para no asustar a los bostezos que entre las sábanas de estrellas se han quedado dormitando junto a ella.
La Luna entonces, también ríe, pero no se atreve a entrar por el balcón. No quiere que el haz de luz blanca que de ella se desprende, deslumbre a los duendes que pintan de colores las emociones de los niños, que como Claudia, juegan y ríen durante el día.
Claudia lleva dibujada la sonrisa en su rostro de niña desde el día en que nació. Y fue en ese preciso instante, que la risa quedó prendida de su pelo, que es suave como la seda y nunca se enreda. A veces, cuando su madre le hace una coleta, se escuchan las alegres quejas de la risa haciéndole cosquillas entre los cabellos de su melena amarilla. Amarilla como el sol cuando calienta su pequeño cuerpo.
A las puertas de su casa, (la de las tejas verde-azuladas como el mar), junto al gran árbol que el abuelo Fermín plantó cuando era tan niño como ella, Claudia nos saluda antes de esconder su pequeña sonrisa entre las grietas del grueso tronco.
La risa, entonces, trepará hasta las ramas más altas y en la copa del viejo árbol, se columpiará con las hojas. Y la brisa del viento jugará con ellas y esparcirá su risueño aroma por el jardín de la imaginación (la simpática vecina de la casa de al lado), por las calles empedradas de ilusión, los tejados con tejas de colores que son como los sabores, y los picos de las torres de la ciudad. Y, poco a poco, se extenderá por el bosque dónde crecen los sueños de los niños que luego se convierten en adultos. Y desde allí viajará ligera, saltando de nube en nube, envuelta con las caricias de historias como ésta, para recorrer lejanas ciudades del mundo.
Tal vez, incluso, ya esté aquí mismo. Sí, aquí, rozando tu piel, junto a ti, en el espacio vital en el que te mueves y en el que respiras. ¿Lo sientes?.
Observa con mucha atención y deja que la sonrisa de la pequeña Claudia te cubra con la frescura de su olor, con su dulce sabor, con su tacto suave y sedoso, con su crujiente sonido, con los colores del arco iris.Solo entonces, sentirás tu corazón más ligero y no te dará pereza hacerle un guiño de alegría a cada nuevo día.
Un beso "amigo" y un gran abrazo "de papel"
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5 comentarios (+add yours?)
Bonita historia y preciosa ilustración! Hola Asunción!!! Agradecerte la felicitación de Navidad...no te equivocaste, me han encantado! Yo espero tambien que David, tu marido y tú tengais una feliz y dulce Navidad. A ver si el año que viene llega cargadito de nuevas historias,ilustraciones a porrillo y los millones de los mejores deseos los tienes porque te los mando yo ahora. Un beso enorme. Es un placer haberte ciberconocido.
qué bueno es reir! muy bonito!FELIZ NAVIDAD!
Preciosa historia Asunción, y preciosa la tarjeta viajera en la que te inspiras.
¡¡¡Feliz Navidad!!!
Un beso, Giraluna.
es precioso lo que haces con las tarjetas.
que hermosaaaaaaaa!!! le has dejado tu magia impreganada en éste bello texto!!! es magnfico!! los mejores deseos para tí y los tuyos en estas fiestas.!! un besote grande
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